domingo, agosto 11, 2013

Joaquín Pérez Azaústre

Imagino a Cernuda


Tratar de imaginar a Luis Cernuda en el mundo de hoy no resulta difícil: estaría asqueado, y habría buscado su propia “movilidad exterior” con convencimiento, y sin bobería ministerial. El poeta sevillano extrañaría Sevilla como siempre, y también como nunca, creando un territorio magmático de asombro, esa arcadia sureña en la que resguardar el paraíso perdido que nunca poseyó. Regresar estos días a Cernuda, a través de la lectura de La Realidad y el Deseo, estacionada por la aventura cronológica marcada en la estupenda biografía de Antonio Rivero Taravillo, es una manera de revisar esa intimidad elegante y sutil, esbelta y dolorida, de una sensibilidad moderna en su doble vertiente de su disonancia personal en la grieta apremiante de un presente abolido.  Nota aquí.


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