lunes, mayo 11, 2009

León Gieco

Lo único que te salva es la cultura.
Entrecierra los ojos y vuelve a ver a ese niño de 7 años que cruza veloz con su bicicleta las calles polvorientas de Cañada Rosquín y sonríe. Tal vez en ese gesto infantil haya nacido su extraordinario compromiso por los demás, la vocación solidaria que lo distingue entre sus pares. Eso y que pasó hambre. «Hambre en serio», me advierte. Leer nota.

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