sábado, febrero 05, 2011

Joaquín Sabina

Coño, 'brother'
Otra vez me has sacado los colores. Pienso ahora, tarde y mal, que me equivoqué eligiendo armas para este duelo epistolar, eludiendo el verso porque ahí no había quien te echara un pulso. Pero es que, en prosa, ¡ay Chihuahua!, aparte de que estoy desentrenado y oxidado, me provocas tirándome, en guante de seda, la mano abierta de la fraternidad. Tremendo palabro tan en desuso. Por escrito, da un pudor semejante al de Rimbaud cuando le disparó a un amigo que decía ser feliz: ¿Cómo ha podido usted caer tan bajo? Y entonces, claro, me vienen a la cabeza nuestros fraternos mayores que se declaraban terca y abiertamente partidarios de la felicidad. Hablo de Ángel González, de Pepe Caballero, de García Hortelano y, claro que sí, de Jaime Gil, ese primo tan golfo y exquisito de la Espe. Pero el caso es que la felicidad, ja ja ja ja, o su mal uso, no es inocente en absoluto de su frívolo y obsceno manoseo. Crónica completa aquí.

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