miércoles, mayo 02, 2012

Joaquín Pérez Azaústre

Boetti sin tiempo
Al fondo del pasillo, el temblor de un candil. No sabemos bien si es una luz, su sombra proyectada con su gota cambiante en la pared o incluso su ilusión, recreada en sí misma más como posible aparición que como entidad definitiva. El eco de una luz, la lámpara dormida a lo largo de años. Es la Lampada annuale, o la Lámpara anual, una de las obras de Alighiero Boetti. Pero la lámpara, en sí misma, su promesa de luz, ¿puede contemplarse en realidad? ¿Dónde anida el pulso de la lógica, aplicada a la obra artística? ¿Y la diferencia entre realismo y verosimilitud, que tanto preocupó a Balzac y a sus contemporáneos –Stendhal, Flaubert, Hugo- y todavía hoy es el germen, el pulso o la contienda más definitoria del arte narrativo? Para Alighiero Boetti, el creador turinés del escurrimiento natural, la broma artística, la linde indisociable entre cualquier canon y la otredad, ese otro nivel que nunca había habitado, o al menos no frecuentemente, dentro de las paredes del museo, la lógica no existe, y tampoco sus márgenes tangibles. Crónica aquí.

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