Elogio de la imperfección
La cantante canaria comenzó a componer muy pequeña, pero le llevó tiempo subirse al escenario. Quizá tiene que ver, según confiesa en esta entrevista, que “lo único que me preocupa es tener un deseo real de componer, grabar, compartir una canción”.
De dónde vienen las canciones? ¿Qué es lo que lleva a una persona a contar su vida, sus sueños, sus ilusiones y sus fantasías a través de la música y la poesía? Hay preguntas que no tienen respuesta. O que no tienen una sola respuesta. Rosana Arbelo Gopar (más conocida como Rosana) habla de “poner en 3D la transparencia de las cosas mágicas, de las cosas chiquititas, y hacerlas grandes”. Así define su trabajo, su oficio, ¿su don? La cantautora canaria supo desde muy chica que su relación con la música sería para toda la vida. A los cinco años, el papá le regaló su primera guitarra y a los ocho ya había compuesto su primera canción. Sin embargo, tardó mucho tiempo en decidirse y ponerse al frente de sus propias creaciones. “Fueron mis amigos y mi familia quienes hicieron que yo le agarrara el gustito a eso de cantar, a eso de comunicarme a través de mi voz y no hacer canciones para otras voces”, confiesa, sin dar más datos o razones a propósito del porqué de ese demorado paso de la partitura al escenario. Nota aquí.
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