lunes, septiembre 04, 2017

Joaquin Pérez Azaústre

Descalzos por Venecia

Robert Reford y Jane Fonda regresan con el mapa de grietas cincelado en sus rostros

Cuando ella le preguntó qué haría mañana, él respondió que seguir adelante y encontrar algo sencillo. Recordamos la escena vagamente: se han vuelto a encontrar en una cafetería. Ella regresará a su vida de periodista en una gran ciudad y él volverá a refugiarse en las montañas o encontrará trabajo en algún rancho. A él le gusta estar entre caballos y ella necesita esa pulsión sobre la inmediatez de la noticia, y conquistar el techo de los áticos. Él prefiere una vida sin un techo sobre su cabeza, con esa infinitud de cielo abierto sólo recortado entre las cumbres. En el final de El jinete eléctrico, la película de Sydney Pollack que logró unir por tercera vez a Robert Redford y Jane Fonda, ya estamos en la madurez del amor. Antes, en La jauría humana, esa película escalofriante sobre la maldad natural del ser humano y su bestialidad, un poco a la manera de La barraca de Blasco Ibáñez, la pureza del mal y su arrebato de la destrucción, aunque eran marido y mujer, eran sobre todo los amantes juveniles que habían sido cuando la vida muestra su primera luz. Nota aquí.


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