EL MAR HERIDO
Entre la soledad de los hombres
y la de Dios,
está la soledad del mar.
y la de Dios,
está la soledad del mar.
Nos habla de ella
ese afán suyo
por hacerse horizonte, cielo,
por disolverse en infinito.
ese afán suyo
por hacerse horizonte, cielo,
por disolverse en infinito.
Pero la falta de respuestas
le hace revolverse
con ímpetu de animal herido
hacia la costa,
donde, a base de zarpazos
–una y otra vez y otra–
hasta dejarse la piel
hecha espuma contra las rocas,
le hace revolverse
con ímpetu de animal herido
hacia la costa,
donde, a base de zarpazos
–una y otra vez y otra–
hasta dejarse la piel
hecha espuma contra las rocas,
consigue, al menos,
que asistamos como espectadores
a su inmensa tragedia.
que asistamos como espectadores
a su inmensa tragedia.
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