lunes, abril 22, 2019

Luis García Montero

Envejecer con ella

Tal vez se trata de la misma ilusión, pero su voz seductora siempre ha elegido el vocabulario y el tono según las necesidades de la edad. Llevamos muchos años hablando de todo. Vivir con ella supone provocar en cualquier momento conversaciones sobre el amor, el odio, el miedo, la alegría, las ilusiones y el lugar melancólico de los sueños perdidos. Los sueños perdidos son un lugar, igual que el presente, eso dice ella, y conviene hacer los lugares habitables para encontrar en el fuego lo mejor de nosotros, no un caldo sucio de rencores y facturas.

De niño me regaló la imaginación envuelta en los versos de Espronceda, Zorrilla, el Duque de Rivas y Campoamor. Una pirata me habló de la libertad, un Cristo de las promesas que deben cumplirse, un castellano viejo de la dignidad más valiosa que cualquier palacio y un enamorado de las cartas de amor que escribe la muerte. La imaginación me ayudó a mirar por las cerraduras de las puertas en busca de los otros. Y comprendí el dolor ajeno hasta el punto de hacerlo propio. Mirar por el ojo de una cerradura es también una forma de buscarse a uno mismo. Nota aquí.




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