jueves, marzo 19, 2020

Luis García Montero

Me quedo en casa para morderme la lengua


Un columnista, de acuerdo con su saber y su conciencia, no da noticias, sino opiniones. Conviene recordarlo, porque vivimos una época en la que los lazos de la información y la comunicación están provocando todo tipo de confusiones. Del mismo modo que la literatura cuenta la Historia por dentro, recuerda los hechos colectivos desde un insomnio o una historia de amor particular, los columnistas asumen en los medios de comunicación la tarea de contar lo que se siente en el pulso de la vida, por encima o por debajo de las cifras y los datos, lo que se funda en el estado de ánimo de cada cual. Es una tarea modesta, pero su valor simbólico me parece alto: la libertad es una responsabilidad individual dentro de cada situación histórica.
El columnista sale de casa con sus ideas para saludar a la gente, comprar el pan y pasear por las plazas públicas.
Por eso los columnistas tienen a veces la necesidad de pensar sobre lo que no quieren escribir. Es verdad que las colaboraciones regulares implican la difícil misión de elegir asunto cada día o cada semana. Y este domingo, a ver, ¿sobre qué escribo? ¡Después de 7 años en infoLibre ya he escrito sobre casi todo! Pero otras veces uno se plantea el reto contrario, la decisión de no escribir sobre un asunto imperativo, bien porque tenga un peso grande en los acontecimientos, bien porque unos estrategas de la comunicación quieran ponerlo de moda como propaganda ideológica. Nota aquí.

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