domingo, octubre 03, 2021

Pedro Pastor

Pedro Pastor: pies descalzos, cuerpo y alma desnudos

A sus 26 años, ‘Vueltas’ es ya su cuarto LP. Desde Rivas, un canto contra el espíritu acomodaticio y el ajetreo de la vida moderna.

El nombre estaba cantado. Pedro Pastor quiso bautizar a su banda de acompañamiento Los Locos Descalzos porque a todos les encanta despojarse de los zapatos en cuanto plantan el pie en el escenario. Lo ven como una manera de conectar con el espacio, de sentir el peso de la pisada. Es una toma de tierra. Pero en su casita de Rivas Vaciamadrid, Pedro no acostumbra a caminar descalzo, sino desnudo. Completamente. En pelota picada, sí.

“Somos siete compañeros de piso, cinco chicos y dos chicas, entre ellas mi pareja. El nudismo nos ayuda a todos a respetarnos y asumirnos. Frente a la dictadura de los cánones de belleza, la desnudez contribuye a deshacernos de nuestros traumas”, argumenta el cantautor. Y es esa misma búsqueda de lo escueto y esencial la que late en sus canciones, esas que le han convertido, todavía a dos meses de su cumpleaños número 27, en una de las voces más sentidas y reconocibles tanto en tierras ibéricas como en esa Latinoamérica que tanto frecuenta y de la que nunca se cansa de beber.

La idea del viaje y las mochilas livianas gravita por buena parte de Vueltas, su ya cuarto elepé como solista, aunque al currículo podemos incorporar un EP (álbum breve), un disco a medias con Suso Sudón y no menos de 500 conciertos que va contabilizando, con empeño minucioso y autogestionario, en un documento de Excel. El hijo de Luis Pastor y sobrino del no menos ilustre Pedro Guerra ha comprendido la superficialidad de los ropajes, también en el arte. “Al principio intentaba llenar todos los espacios en las canciones, pero ahora he interiorizado que las cosas sencillas llegan de una manera más cristalina y profunda”.

De ahí este disco directo, poético y esperanzado que asoma la cabeza el viernes 1 de octubre. Una entrega de inspiración prepandémica (“desde la quietud soy incapaz de escribir nada”), enamoradiza y luminosa. Y amable, pese al compromiso ideológico del firmante, escorado sin disimulo hacia la izquierda del espectro. “Creo que es mi disco menos molesto”, reflexiona, “porque molestar, si no es por la vía de la acción directa, no sirve para nada en esta era de los odiadores, lo superfluo y los opinadores gratuitos”. Incluso la única composición de contenido inequívocamente social, la muy hermosa Lxs olvidadxs, apela a la memoria histórica y al reconocimiento de las víctimas del franquismo desde un tono constructivo. “Es un proceso urgente y demorado que aún tenemos pendiente como país, pero esa reparación solo puede abordarse desde la empatía. Lo único malo”, matiza, “es que el auge de la extrema derecha lo ha complicado todo. No se puede tolerar al intolerante”. Nota aquí.



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