domingo, julio 10, 2022

Manuel López Azorín

 RODOLFO SERRANO

Conocí personalmente a Rodolfo hacer unos pocos años, cuando juntos, presentamos , cada cual uno, dos libros de dos poetas jóvenes. Rodolfo presentaba un libro de J. Álvaro Gómez y yo un libro de Moncho Otero. Fue en la Biblioteca Pública de Retiro en la calle Dr Ezquerdo, 189, de Madrid.
Tras este encuentro nos hemos visto en ocasiones y también a través de las redes sociales nos hemos comunicado, nos hemos leído, hemos comentado. Al principio yo no sabía que Rodolfo era el padre del cantautor Ismael Serrano. Todos parece ser que le conocían como el padre de Ismael. Yo, sin embargo, supe que Ismael era el hijo de Rodolfo serrano.
Pero como padre e hijo son una piña, da igual cómo se les conozca, en este momento Rodolfo es el padre, periodista y poeta que ocupa esta página que escribo y es protagonista de este poema que ha surgido tras leer algunos poemas de Rodolfo. Y que le dedico. (está escrito es de hace un tiempo, pero hoy lo pongo aquí desde el campo-sierra en que me encuentro)
DE AMOR Y DE TERNURA
Rodolfo es periodista
de ayer, de los de raza,
(de una raza que ya casi está extinta)
que escribe poesía
ahora a la vejez y jubilado.
Con su sombrero marcha
camino de los bares que le ofrecen
la nostalgia de amigos que se fueron,
de mujeres que amó o soñó que amaba,
de una infancia prendida en el recuerdo,
de un padre de ternura y tartera con restos
dejados a propósito, a la vuelta del tajo,
que Rodolfo esperaba con anhelo
sin saber qué ocultaba su padre en la mirada.
“Cuántas cosas, padre, no quisiste contarnos,
austero como un árbol sin ramas y sin hojas.
Tan escaso en sonrisas y pleno de ternura,
ocultaste en tu alma todo tu sufrimiento.”
Esto no es algo triste,
son recuerdos de un tiempo de carencias
en que la vida, alegre, de la infancia
se adaptaba mejor que la de los mayores
a los tiempos de sombra, pues aún no sabían
de la luz que es fulgor y claridad
para alumbrar la dignidad del hombre.
Rodolfo habla de amor.
Toda su poesía anda vestida
de amor y de amistad.
El tiempo, los amigos, las mujeres
se abrazan dulcemente a la ternura
de Rodolfo y sus bares de nostalgia.
Rodolfo y su sombreo,
(los bares de la vida,
es barrero, como decía Claudio),
nos hablan de otro tiempo en que la sombra
nos impidió la luz
y dejó las cunetas y las mentes
repletas de esperanzas fusiladas,
esperanzas que vuelven cada día
con un vaso de vino entre las manos
para abrazar la vida,
para esperar al sol de la justicia,
para que brille sobre aquella sombra
que dejó, tanto tiempo,
la sed de luz sobre todos nosotros.
(Esto es tan solo un poco
de lo mucho que guarda en su sombrero
este noble poeta, que ama el tango y evoca
la realidad vivida, la realidad soñada)
Rodolfo es un poeta
que habla de amor y vida a cada instante
con palabras de luz, sencillas, claras,
esa luz que faltaba en pretéritos tiempos
y que el lleva hasta el bar
de los sueños perdidos, de los sueños soñados.
Manuel López Azorín
(2020)



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