sábado, julio 09, 2022

Mercedes Sosa

 Hace cuarenta años, Mercedes Sosa volvía a cantar en la Argentina después del exilio

La Negra había tenido que irse a Europa, amenazada por la Triple A y la dictadura, pero volvió con una dimensión incluso mayor a la que ya tenía al partir. Y con un nuevo cancionero, que a la música de raíz le agregaba el tango, los ritmos brasileños y hasta el rock, lo que para la época era casi una herejía.

No sobra material visual, pero sí memoria. Memorias. Clavado en el imaginario de la generación que vivió el retorno a la democracia está, de hecho, el recuerdo. La emoción. El latir rápido y la respiración entrecortada, difícil, de Mercedes Sosa cuando un día como hoy, cuarenta años atrás, volvía a cantar en la Argentina tras más de tres años de exilio. Ese día fue el jueves 18 de febrero de 1982, primera fecha de trece repartidas en diez noches. Claro, no se la harían fácil a la “Negra” que se había le atrevido más de la cuenta a la dictadura. 

Durante la prueba de sonido del debut no dejaron de llover mensajes turbios, amenazantes, hasta que el jefe de la custodia -un comandante de Gendarmería- puso el grito en el cielo: “Bajo mi responsabilidad, este recital se hace”. Y se hizo, nomás. Con mucho nervio, mucha tensión. Con mucho policía vigilando cada detalle -incluso con dos agentes pegados a la consola de grabacións- pero el concierto se hizo. No había podido ser en el Premier. Tampoco en el Coliseo. Pero sí en el Opera. Fue la tercera y la vencida para Daniel Grinbank, el productor que arriesgó repatriar a Mercedes.

Miles de claveles rojos cayeron entonces esa noche sobre un cuerpito que se cargaba toda la América mestiza en su voz, mientras caminaba -sin mirar- desde los camarines hasta el escenario. “O salgo ahora o me voy al carajo”, dicen que dijo la Negra, segundos antes del corto y largo tramo que mediaba entre la soledad y la multitud. La primera canción que cantó fue “Yo tengo tantos hermanos”, de Yupanqui. Y estalló el teatro. Y enfurecieron los servicios... "¿Qué hace esta mujer cantando una canción sobre la libertad?", se escuchó en los pasillos. Pero pasó. Y pasó una noche inolvidable multiplicada por trece.

Todo está guardado en el audio Mercedes Sosa en Argentina, vinilo doble que quebró en ella aquello de cantar solo músicas de raíz, con esto de abordar otras estéticas. Otros mundos. El de Charly García, por caso, junto a quien la cantora se zambulló en la nostálgica y premonitoria “Cuando me empiece a quedar solo”. El de José Luis Castiñeira de Dios, su audaz director musical. El de León Gieco, en favor de la más inolvidable versión -por emotiva- que se haya hecho de “Solo le pido a Dios”. El de Rodolfo Mederos, que por entonces aún se mimaba con el tango progresivo, tal como sonó la versión en Mi de “Los mareados”. Y también el de esas músicas telúricas que Mercedes traía desde el origen de su canto. “Alfonsina y el mar”, con Ariel Ramírez presente; “Canción con todos”, de Tejada Gómez y César Isella, o la censuradísima “La carta”, de Violeta Parra, que sumó millas para motivar un prudente y transicional retorno de Mercedes a Europa, al menos hasta que la cosa aclarase. Aún faltaba Malvinas y la retirada final de los militares que les habían hecho el trabajo sucio a los magos civiles de las finanzas. Nota aquí.




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