viernes, agosto 04, 2023

Joaquín Lera

 “LA MADRE QUE ME PARIÓ”

Hemos hecho un largo recorrido.
Empinado.
Venimos de muy lejos.
Al volver la vista atrás veo corazones divididos.
Cabellos mojados por las lágrimas del tiempo.
No estábamos preparados para las pérdidas.
Impresionan.
Sin ti hay menos colores Madre.
Eras mi raíz. Nuestra raíz.
No olvido el recado que nos diste
cuando éramos criaturas frágiles;
“Pase lo que pase, tenéis que ser tolerantes y buena gente”.
En ello estamos.
Pero últimamente oigo velas. Escucho nubes.
Ando con las luces largas.
Hay riesgo de colapso.
El mundo está que arde.
Siento pullas descarnadas.
Jirones.
Rasgos cincelados por el miedo y el desgarro,
que congelan la sangre.
Miserias.
¡Qué sé yo!
No todo es miel y rosas.
Teatros y paseos.
Tenemos herramientas para recapacitar.
Para modificar y cicatrizar las heridas.
No puedo sumergirme en la melancolía.
Tampoco abrir universos cerrados.
Necesito airearme.
Cortarme la melena.
Expandirme a nuevas oportunidades.
Por eso hago bocetos. Planes. Proyectos.
Incluso autorretratos.
Para reconocerme y no herirme.
Acogerme y valorarme.
En mi techo hay esperanza.
Un jardín con vistas a tu alma,
y un vestido con velos que me abriga.
Como si estuviera hecho con la luz de tus ojos.
El futuro es utópico.
Un albergue sin fórmulas mágicas.
Hay enemigos invisibles acechando.
Por eso esta coraza protectora.
Solo quiero agradecer.
Sentirte cerca.
Enmarcar el último beso que me diste.
Crear nuevas oportunidades, frescos y figuras.
Aliento.
Poner atención para sentirme estable.
Sin apariencias.
He creado un puente hecho con cables que parecen arpas.
Debajo hay un río, donde el silencio y el agua son amantes.
También he plantado una parra con acuarelas,
que me hace el amor y da uvas y ukeleles.
Así voy. A la luz de la Luna.
Zigzagueando. Sin tiquismiquis ni imágenes vacías.
Insinuándome entre el río y la calle. Entre el mar y la orilla.
Amortiguando ineludible las pompas de esta herida,
en mi patio subterráneo, donde sube y baja la marea.
Soy un envase antiguo almacenando sueños,
que ha decidido apaciguar el termómetro de esta lejanía.
Aplanando esta sigilosa mezcolanza de avatares.
Cortando por lo sano. Sin vacilar. Sin adiciones.
Atando cabos sueltos. Sin flaquear.
Sin percutir malamente en mi autoestima.
Para recuperar la confianza. Sin lesionarme.
Burbujeando. Merodeando en mis adentros.
Hasta llegar a ese pasillo tubular donde nos reencontremos.
No es cosa baladí.
Tengo fe y así lo siento.


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