martes, marzo 05, 2024

Ramón Masats

 Muere el fotógrafo Ramón Masats, maestro de la mirada irónica, a los 92 años

Premio Nacional en 2004, era uno de los autores más grandes de la fotografía española y el miembro más destacado del grupo que renovó esta disciplina artística en España a mediados del siglo XX

Ramón Masats es el autor de una de las imágenes icónicas de la España de Franco, la que muestra a un seminarista intentando detener un chut de otro religioso, volando en horizontal con la sotana. Religión y fútbol. Una imagen de 1960 que casi sintetizaba aquel país. “¡El cura!”, recordaba hastiado Masats de una fotografía por la que siempre le preguntaban y que forma parte de la colección del MoMA neoyorquino. Masats fue siempre más allá de la mera documentación de la sociedad, su carácter está en sus fotografías, el de una ironía que dibujaba sonrisas e invitaba a quedarse varios segundos delante de cada imagen, en definitiva, la demostración de que era un autor. Con su fallecimiento este lunes en Madrid a los 92 años, desaparece, sin exagerar, uno de los más grandes de la historia de la fotografía nacional —su compañero de generación Carlos Pérez Siquier lo calificaba como “el Cartier-Bresson español”— y el más destacado del grupo que la renovó a partir de los años cincuenta del siglo pasado desde distintas ciudades y colectivos. Su familia ha informado de que los restos mortales de Masats estarán en el Tanatorio M30 (Madrid)

Sin embargo, la historia de Masats en la fotografía se había detenido hace años, tras un encargo sobre la ciudad de Cuenca, un libro publicado en 2007. Para entonces había perdido la ilusión de mirar por el visor, “como un amor que se acaba”, decía. También su físico le confirmó aquel adiós a las cámaras. “Pasé de mirar por la cámara a mirar al suelo para no darme una hostia”, contaba con su habitual retranca este hombre alto, corpulento —en su juventud practicó el atletismo— y con bigotón y melena blanca alborotada. Ramón siempre aseguraba que era un vago, que en realidad lo que le gustaba era leer, aunque nunca pedanteaba de sus lecturas. “Trabajaba como una mula para poder ser luego un vago”, comentaba. Nota aquí.



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