RESPIRAR
Se posa con cuidado el mirlo sobre la rama.
Y canta.
Roza dulcemente el viento cada hoja. Y susurra.
Suenan acompasadas las gotas de lluvia descendiendo sobre el árbol.
Y bailan.
Y así,
el mirlo, el viento, la lluvia y el árbol me enseñaron la musicalidad, la delicadeza, el ritmo y la hondura que debe respirar un poema.
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