martes, noviembre 05, 2024

Rozalén

  “Estamos jodidos, pero la gente ha abierto sus casas de par en par ”

La cantante, criada en Letur, el municipio albaceteño azotado por la dana, se trasladó inmediatamente al pueblo tras conocer la catástrofe.

La cantautora María Rozalén, la hija adoptiva más ilustre que ha dado el precioso y minúsculo municipio albaceteño de Letur (929 habitantes), en plena sierra del Segura, suspendió toda su agenda profesional y cogió el coche con rumbo a su localidad natal a primera hora del jueves 31, “presa de la ansiedad y en vista de que no podía articular ni una palabra”. Las familias de sus tres tíos que siguen residiendo en la villa no han sufrido daños, y en sus casas, aunque haya entrado agua, “se podrá volver a vivir con normalidad”. Pero conocía (“como no podía ser de otra manera”) a los seis fallecidos y desaparecidos, y hubo de enfrentarse de cara “al dramón brutal”. “La mujer que ayer encontraron a 12 kilómetros era amiga de mi madre, de su pandilla. La primera que apareció era de la quinta de mi abuela, y el dolor es particularmente inmenso en el caso de Mónica y Jonathan, una pareja de mi edad a la que se le cayó la casa encima. Dejan dos niños pequeños. En el pueblo, aunque no tengas desaparecidos directos, todos estamos muy jodidos”.

Rozalén tiene 38 años (nació en Albacete y pasó su infancia en Letur) y había conocido aguaceros torrenciales, pero nada ni remotamente parecido a lo del fatídico martes 29. La autora de canciones como La puerta violeta y promotora del festival Leturalma —que suma siete ediciones y en julio reúne a cerca de 8.000 personas al día durante tres jornadas— se enfrentó “al mayor shock” al comprobar que la fisonomía misma del pueblo había variado. “Los más viejitos habían vivido alguna inundación, pequeños desbordamientos, pero esto ha sido un tsunami salvaje, el fin del mundo. Es una cicatriz muy tocha. La calzada que se adentra en el casco viejo ha quedado destruida. Hay un socavón de nueve metros en la entrada. El domingo, de vuelta a Madrid, se me quedaba grabada la imagen de la gente llorando mientras acababan de demoler sus edificios. Y podía haber sido muchísimo peor en la zona del puente, o si el bar La Parra, contra el que se empotró una furgoneta, hubiera estado abierto”.

Todos los que la han visto estos días por Letur le preguntaban qué se podía hacer para reparar semejantes destrozos, pero ella aún no tiene ordenadas las ideas en la cabeza. “Es mi infancia, es mi vida. Y ahora se ha convertido en una película de terror”. Ha cancelado la presentación de la próxima edición de Leturalma, que iba a realizar dentro de unas semanas en Toledo, pero ni siquiera sabe si suspender el festival de 2025 o afrontarlo con más fuerzas que nunca. “Dependerá de lo que pida la gente del pueblo. Solo puedo decir que todos los compañeros artistas que tenían mi móvil personal me han escrito estos días para decirme que contase con ellos para lo que necesitara”. Nota aquí.




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