Es bastante
Cuando caiga la noche y no seamos
más que una sombra y sombra, y me recuerdes,
una tarde, en un bar de esos que tanto
parecen estrellarse en una barra.
Cuando ya nada y nadie nos espere
más allá de la esquina del recuerdo
y en las copas del vino más amargo
bebamos el hastío y la derrota
del tiempo y los demonios del olvido.
Cuando tú ya no seas más que un nombre,
la palabra, de pronto, en una noche,
esa exacta distancia que separa
las luces de las sombras, y yo sea
la niebla de tus pasos en octubre.
Fíjate bien. Entonces ya seremos
un oscuro reflejo en los espejos,
relámpago fugaz de lo que fuimos,
de lo que ya no somos en la nada.
Seremos la nostalgia de nosotros.
¿Recordaré yo, entonces, cómo amabas,
ese temblor de aire en tus caderas,
el jadeo del ángel, tu voz ronca,
el impulso de Dios que recorría
tu carne hasta los huesos y la vida?
Tal vez, a ti y a mi solo nos quede
esta tristeza dulce de los lunes,
la añoranza feliz de lo que fuimos,
ese jirón de sangre en nuestro pecho.
Tu piel contra mi piel. Y ya es bastante.
0 comentarios:
Publicar un comentario