Rafa Val (Viva Suecia): “Somos demasiado buenos con los que mandan, salimos poco a quemar contenedores”
El artista reflexiona sobre la insatisfacción política, la dictadura franquista, su complicada salida de una discográfica independiente o las críticas que reciben: “Nos dieron tantos palos que empezamos a poner a la gente en su sitio en X”
Hay que ser muy osado para abandonar el título universitario en un cajón e hipotecar tu vida con “trabajos que nadie quiere” porque sueñas con ser músico. O, al menos, hay que tener fe. Rafa Val (Murcia, 37 años) la tuvo. Y, aunque no entiende por qué las plataformas “pagan una mierda” o por qué no les ponen en la radio, sigue confiando. Esta es una entrevista especial, de las pocas que concede sin sus “colegas” de Viva Suecia. Una de las bandas con más éxito y proyección del panorama. En torno a un café, habla de todo y de nada. Él, que ha compuesto algunos de los himnos vitales de una generación a la que le cuesta encontrarse, también estuvo perdido. Pasó por bares y por una fábrica de jabones, cuidó a un enfermo con metástasis, vendió “kiwis en un supermercado”, cambió la publicidad de estancos... Y cuando no tenía claro a dónde ir e iba a rendirse, se obró el milagro.
Pregunta. Lo suyo fue determinación...
Respuesta. Y mira que no soy perseverante con casi nada. Miro atrás y no me reconozco. Había dado muchos tumbos, la banda que tenía se disolvió... Y decidí que iba a opositar. La enseñanza era mi última opción porque soy hijo de profesores y lo mío no era vocacional, pero me encontré con estos desgraciados [sus compañeros de Viva Suecia] y me salvaron la vida.
P. La primera guitarra no se la regalaron hasta los 14 años.
R. Mi padre me preguntó si quería entrar en el conservatorio y le dije que no porque me veía mayor. La compraron en el Carrefour y la bauticé como Gwendolyne, igual que la canción de Julio Iglesias, pero a mí me gustaba Nino Bravo.
P. Muchos de sus compañeros de Magisterio habían pasado por el conservatorio, ¿se sentía inferior?
R. Bueno, eran mejores técnicamente, pero yo había aprendido por mi cuenta cómo funcionan las armonías en las canciones. Lennon era un pianista de nivel bajo y un 95% del planeta sabría decir qué canción es Imagine. ¿Necesitaba ser Beethoven? No.
P. ¿Le preocupa la tiranía del algoritmo?
R. Al final, es como la radio. Las listas en las que suenas las eligen ciertas personas. Es curioso que una banda que mete 15.000 personas en un concierto y que escuchan un millón de personas no suene en la radio. Entiendo que están obligados a seguir la moda porque es un negocio, pero, ¿por qué deciden dar la espalda a tantas personas? Muchos locutores de programas de radio nos dicen que no les dejan ponernos...
P. Y esto provoca que el gusto musical sea cada vez más homogéneo.
R. Y que nos tengan más controlados diciéndonos lo que tenemos que escuchar y lo que no. Si fuera un chico joven querría que me enseñaran más cosas y poder decidir. Me alegro mucho de que Dani Fernández sí suene en la radio. Ojalá fuese así con todos. Nota aquí.
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