lunes, septiembre 01, 2025

Litto Nebbia

 Litto Nebbia y una nueva visita a un disco indiscutible

Fue una noche inolvidable destinada centralmente a desempolvar completo el álbum Melopea, aunque el músico rosarino también interpretó otros clásicos y algunas perlitas.

Ya dos horas de concierto y, cuando parece que todo termina ahí, Litto Nebbia, lúcido como siempre, tira una de lujo. “Esta es una canción muy vieja, pero contiene la novedad de lo viejo. Seguramente la habrán escucharon en algún lado, pero nunca la he tocado en vivo”, admite él, ante ojos, oídos, almas y cuerpos que atiborran La Trastienda. Ese “algún lado” refiere a El extraño de pelo largo, película que el rosarino protagonizó en 1969. Y la gran sorpresa de la noche es “Deja que conozca el mundo de hoy”, una de las canciones que Litto cantó en el film, a capela y golpeando una mesa con cubiertos, “a la memoria”  de Brian Jones, el stone fallecido mientras la película se estaba filmando. El público, lógico, muere de amor ante ella porque fue, es y suena hermosa.

Tanto como todas las que toca el rosarino de 77 años durante una noche inolvidable destinada centralmente a desempolvar completo el disco Melopea, medio siglo después de su edición original en 1974 –se atrasó un año por el accidente que Nebbia tuvo en una de sus piernas- y colar en medio de esas joyas un preciado puñado de clásicos. Por ese andarivel sonaron -además- una impecable versión de “Fuera de la ley”, tema emblema de Los Gatos época Pappo. Sublime cuelgue que dio lugar a otra pieza de esas que jamás se oxidan, por sus señas de identidad para con una cultura que deviene –o tendría que- sin perder esencias: “Nueva zamba para mi tierra”.

Fibras emotivas profundas dentro de este repertorio por fuera del disco en cuestión tocaron también “El rey lloró”; “Cadenas & Moneda”, perpetuo blusazo de Huinca; “Mujer de carbón”, otra de Los Gatos era Pappo, con Litto descociéndola en un solo de guitarra a tono con el rock and roll que la impregna. La calma “Está en tus manos” y “El otro cambio, los que se fueron” –dos que sí suele hacer Litto en vivo- más “La operación es simple”, “Yo no permito”, “Mendigo de la luna” y la compañera “Quien quiera oír que oiga” –coreada por los presentes con los dedos en V- completaron el recorrido extra Melopea.

La vuelta sobre el disco que Nebbia hizo cuando apenas tenía 26 años transcurrió a su turno por carriles sólidos, muy armoniosos. A una apertura a teclado solo, que combinó dos finos instrumentales de Melopea (“Apelación de otoño” y “Los lunes de la humanidad”) Nebbia sumó “Amor imbécil”, bellísima canción que mostró de entrada la solidez de la banda que acompañó al rosarino: Ariel Minimal en guitarra más Nica Corley y Tomás Corley, atildada base bajo-batería de Los Reyes del Falsete. El suave solo del líder de Pez, sumado a la delicada solvencia que aportaron los Corley a la versión de "Amor Imbécil" fue otra constante en la noche.

“Melopea era una palabra que yo tenía en ese momento como una especie de cábala, nada más que porque me gustaba su sonido y visualmente era linda, escrita, pero no tenía la menor idea de qué quería decir. El día que me enteré en el diccionario que la traducción del latín era `componer canciones`, y también la embriaguez, borrachera, dije `esta es la mía` y la empecé a usar como nombre de fantasía para algunas producciones que hacía por ahí, sin siquiera tener un lugar físico o un teléfono, hasta que se lo puse al sello”, contó entre risas Nebbia, antes de encarar otra canción del disco homenajeado que justamente habla del valor de palabra como modificadora del todo: la rockera “¿Qué clase de amor tendrás?”. Nota aquí.



La Trova Rosarina

 

Claudia Puyó


 

Fernando Tejero

 Fernando Tejero revela su increíble infancia: “Tenía todas las papeletas para acabar yonqui o alcohólico”

El actor de ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘El cautivo’, de Amenábar, tiene una de las caras más reconocibles de España pero también un pasado no tan conocido: el de un bebé cuya madre dejó en manos de otra mujer durante 14 años.

“Tengo la autoestima a la altura de las rodillas. Pero es que antes la tenía por los tobillos”.

Fernando Tejero (Córdoba, 60 años) proyecta esta mañana una serenidad casi extraña; extraña quizá porque está a años luz de los personajes que suelen llevar su rostro, tan desafiantes, tan derrotados, en ocasiones directamente turbios. A veces, no muchas, entre confesiones sobre sus recuerdos y su autoestima, Tejero mira a sus interlocutores en el jardín de su casa en El Escorial, o al menos les lanza fugacísimas miradas (es tan tímido que el contacto visual se le resiste) y se le intuye una cierta vulnerabilidad, como de animal fuera de su caparazón. Como si algo hubiera cambiado en él. Como si importase lo que él pueda cambiar a estas alturas. En el fondo, por muchos años que viva, la primera frase de su obituario ya está escrita. Él es Emilio Delgado, el portero de Aquí no hay quien viva, la mayor comedia de la televisión en España, emitida entre 2003 y 2009 en Antena 3 y todavía hoy desempolvada a diario, sobre todo entre menores de 30 años, a veces muy por encima de la mayoría de las novedades de las plataformas. La cara de Tejero es la cara del portero, y el portero, quizás el mayor perdedor de una serie esencialmente sobre perdedores, es la cara más representativa de este fenómeno. En 2013, además, empezó a encarnar a Fermín Trujillo en La que se avecina, continuación apócrifa del proyecto.

—Todo esto creo que viene de mi infancia y de mi adolescencia.

En muchos sentidos, seguimos en el mismo punto, entre el presente y un obituario que ya está escrito; un punto por el que cualquier actor mataría (Tejero el primero, y esto lo puntualiza con frecuencia), aunque tampoco es especialmente justo: puede que todo Emilio esté en Tejero pero no todo Tejero está en Emilio. De hecho, el actor tiene un Goya por Días de fútbol (2003), dos nominaciones más, una docena de obras de teatro y una treintena de películas en su haber. Y todavía le queda dentro mucho por ubicar.

Por eso, en otros muchos sentidos, este punto es distinto. Si nos ponemos verdaderamente honestos, y él últimamente está en esas, puede que haya algo más, que la historia no esté entre la serie y todo lo que no es la serie, sino en una tercera cosa. Como actor, el pasado febrero dejó La que se avecina y en septiembre mostrará una renovada madurez dramática en el papel de monje (gay y homófobo) en El cautivo, de Alejandro Amenábar. Como persona, últimamente nota que lo que le tira es algo hondo y remoto, su vida antes de los personajes, los ficticios y el suyo público, un pasado que ha intentado obviar y que solo ahora está logrando verbalizar. Si nos ponemos verdaderamente honestos, la historia va de esto.

—Yo es que me crie con mi tía abuela.

Esto va de un bebé en la Córdoba de los sesenta que no tenía ni un año cuando su madre le entregó a otra mujer. “Nueve meses tenía. Todavía no sé la versión real porque en casa de mi tía, que ya no vive, me decían que a mi madre la tuvieron que operar de apendicitis. En esa época operarte de apendicitis al parecer era como hacerlo casi a corazón abierto. Te retiraba como tres semanas”.

Prosigue: “Durante esas tres semanas me llevan a casa de mi tía abuela, la tía de mi madre. Me dejan ahí un par de días o tres porque mi madre tenía tres hijos más. Y mi padre, un bar y una pescadería. Hay un momento que se agobian y me dejan ahí un par de días más. Luego mi madre, yo creo que para justificarse, y en cierto modo culpar a mis tíos, me dice que cuando iban a recogerme, le respondían: ‘Déjame al niño un tiempo más, solo un tiempo más’. Y ese tiempo se convierte en 14 años”. Nota aquí.



María Ruiz

 

Maggie Cullen


 

Ramón Serrano

 ÁBRETE

De noche te veo distante
como huida al negro cielo
donde las estrellas son cuerpos inertes
cuando la luz se hace
nacida de algún lucero
estás a flor de mi piel
tan cerca como mi amor quiere
es un fulgor lo que en mí viene
que mi sombra logra abrir
las puertas de tus sueños
tal como el cariño merece
no te encierres entre las sábanas
de tus pesadillas negras
ábrete
que ha venido la mañana
y en el horizonte nace un sol
sin la palabra poniente
verás como en lontananza
la luz nos pertenece
y la noche será una aurora
que iluminará septiembre
levántate de las sombras negras
en tus sueños las puertas son puentes
ábrete
no te escondas en tu mente
cualquier mañana al levantarte
en mi sombra no sólo verás la Muerte
verás la Aurora cruzar el puente
si no estás distante
anda
ponte guapa y vente.



Paula Mattheus

 

Miryam Quiñones

 


"Teatro x la Identidad"

 "Teatro x la Identidad" celebra 25 años de lucha junto a las Abuelas

Dramaturgos, directores, actores y actrices participarán este año del ya clásico ciclo que incluirá once monólogos. "Hubo un recambio necesario y vital porque hoy son lxs nietxs quienes aparecen al final de cada función para dar su testimonio", señala Cristina Fridman, una de las fundadoras de esta iniciativa. 

Once monólogos. Once historias. Once personajes. Un grupo de dramaturgxs, directorxs, actores y actrices se juntan una vez más a celebrar un rito que viene sucediendo de manera milagrosa y convencida desde el 2000. Un cuarto de siglo no es poca cosa. Se trata del ciclo Teatro x la Identidad, que este año se desarrollará los lunes de septiembre a las 20 en el ND Teatro (Paraguay 918). Las entradas gratuitas se entregarán en la boletería del teatro, los días de función, desde las 18.30 hasta agotar el aforo disponible.

Cristina Fridman es una de las fundadoras de este hecho cultural y, en diálogo con Página/12, asegura que "todos los recuerdos son hermosos" aunque en aquel momento "no teníamos idea de lo que íbamos a hacer". La semilla fue A propósito de la duda, un semimontado escrito por Patricia Zangaro y dirigido por Daniel Fanego (a quien está dedicada la edición 2025). "A partir de ese suceso pensamos que había que continuar porque venía mucha gente joven. Eso fue a fines de los 90 y era impresionante porque prácticamente no hacíamos publicidad, funcionaba con el boca a boca. Había filas larguísimas para ver la obra. Teníamos programada una única función y terminó prolongándose todo el año", cuenta la productora.

Después de ese acontecimiento inédito que podría asemejarse a los orígenes de la gesta de Teatro Abierto, los organizadores convocaron a otros artistas y empezaron a juntarse para pensar nuevos cruces creativos. "Había mucha avidez por hacer este tipo de cosas. Después del menemismo todo era muy bien recibido", comenta. El productor Miguel Rottenberg había ofrecido su espacio, Entrecasa del Espectáculo, para hacer las reuniones y así se gestó el primer ciclo oficial. Cristina recuerda que en esa época no había tantos celulares entonces tenían que ser muy creativos a la hora de pensar las estrategias de comunicación: "Armamos una comisión de difusión: pedimos poner un puestito en el Teatro San Martín, volanteábamos en las plazas, hacíamos afiches y performances. Había mucha polenta y mucha gente joven".

Muy pronto se dio el cruce entre aquel grupo de artistas y las Abuelas de Plaza de Mayo. Consultada por ese vínculo inspirador, Fridman subraya: "Las Abuelas fueron, son y serán un faro para todos los que estamos en TxI. Son un ejemplo de lucha y coherencia. Creo que cualquier persona de bien, con sentido común, va a coincidir en que es una lucha genuina. Más allá de todo lo que puedan discutir, esta es una verdad irrefutable: los militares se robaron a esos bebés, entregaron sus nietos a otras familias y hoy no conocen su identidad". Además, la actriz señala que las Abuelas "siempre se manejaron de manera pacífica, pidiendo justicia con respeto; nunca hubo agresiones ni odio" y "siempre sumaron a otros sectores como la ciencia o la cultura, porque la búsqueda no es solo de ellas sino de toda la sociedad". Nota aquí.



El Roto