Madrid está tan bonita y brilla tanto esta noche que parece que aún la paseo de tu mano como aquellos días de invierno cuando me cogías del brazo para evitar los tropiezos, cuando los dedos se te congelaban y yo los envolvía y los besaba para darte calor.
Paso cerca de Chamartín para que no se me olvide el olor a despedida que he respirado ya demasiadas veces, ni el rumor creciente de los trenes que en ocasiones he dejado escapar o de los que me he bajado en marcha antes de terminar el viaje. Crónica aquí
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