El llanto de Aquiles
Un hombre se recuesta en su propio pasado. Se asoma a la temprana claridad cobáltica de una tarde apagada, cuando el aire recupera el sonido de su respiración y la quietud se adensa en el recuerdo. Estamos ante un hombre que ha vivido, que se siente quizá igual que Luis Cernuda el día que escribió: “Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien).” Y por supuesto que lo expresaba bien: porque aquella tarde, en el jardín de la casa mexicana de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, Cernuda se encontraba cercado por estampas, por la masa de horas y de voces difusas, ya expulsado de ese paraíso primigenio en que la enfermedad apenas nos parece un eco lejano. Crónica aquí.
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