LLEGANDO
Va llegando el momento de serenar los días,
de nutrir la cordura con segundos estoicos,
de contemplar jirones de existencia en el suelo
Va llegando la hora de conversar conmigo,
de absorber la indecencia que una vez fue mi huella,
de airear los alambres y reducir las llagas,
las vastas cicatrices que aún siguen supurando.
Va llegando el instante de celebrar que el mundo
se inundó de palabras cuando más falta hacía
y se llenó de gestos y de buenas personas
y de luminiscencias bajo el barro del tiempo.
Va llegando, llegando, la muerte inevitable.
Ya escucho sus ronquidos detrás de los espejos.
Pero sé que el ahora sale siempre a mi paso
y le pide a mis ojos que retengan la luz.
Abro la puerta, entonces, para volver al patio,
al ágora excitante y a su lluvia retórica,
y me abrazo y me muestro enardecido, alegre,
dueño de un entusiasmo inédito en mi vida.
Va llegando, llegando. Yo también voy llegando
con la sabiduría de quien no entiende el trance
pero intuye el recuerdo de un futuro que acecha
y hoy pisa ese horizonte que vislumbró en su infancia.
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