jueves, abril 17, 2025

Diego Peretti & Federico D'Elía

 "La vida de todos es una actuación constante"

En la comedia escrita por el danés Lars Von Trier, el dueño de una empresa tecnológica contrata a un actor para no hacerse cargo de decisiones incómodas. El estreno habilita a una sustanciosa charla sobre los roles sociales, el estado actual de la industria... y el destino de la película de "Los simuladores".

No todo lo que reluce es oro. El dicho popular, utilizado de generación en generación para no dejarse llevar por las apariencias, se constata a cada paso por propios y extraños. En un mundo en el que lo que se ve es apenas la parte visible del iceberg, la realidad, la verdad, está cada vez más huidiza. En ese juego de engaños al que hay que descifrar en el que se convirtió la vida moderna, profundizada por la comunicación digital, se posiciona la trama de El jefe del jefe, la comedia que el jueves 17 se estrena en la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza. La pieza, protagonizada por Diego Peretti y Federico D'Elía y dirigida por Javier Daulte, pone el foco en una empresa de tecnología en la que el supuesto dueño de toda la vida no existe y al que hay que inventar -actor contratado de por medio- para poder venderse, exponiendo las contradicciones del capitalismo y de la vida en sociedad.

Peretti y D´Elía son mucho más que compañeros de oficio. La sesión de fotos expresa una amistad que encuentra en el fútbol y en el oficio intereses comunes, en una charla activa que va y viene entre ellos con la naturalidad de quienes se conocen hace mucho y muy bien. Una amistad que comenzó hace más de dos décadas, cuando en plena crisis económica argentina aquel proyecto chiquito de hacer una serie sobre un grupo de socios que simulaban operativos para ayudar a la gente con problemas comunes se convirtió en Los simuladores, una de las ficciones nacionales más logradas en la historia de la pantalla chica. Una serie que parece cada vez más lejos del cine (ver aparte) y que en El jefe del jefe encuentra el paralelismo de que la trama también se vale de una simulación: un actor (Peretti) es contratado por el verdadero (y camuflado) dueño de la empresa (D´Elía) para hacerle creer a sus compañeros que es el propietario real, cuando en realidad fue él quién durante años tomó todas las decisiones de organización laboral.

“La gente se va a venir a divertir. Es una comedia diría que disparatada, pero no de enredos de living, sino que sucede en una empresa tecnológica”, le cuenta Peretti a Página/12, sobre la obra escrita por Lars Von Trier (el danés cofundador del Dogma 95). “Lo original es que sucede alrededor del mundo de la oficina, entremezclada en la trama con todo el folklore laboral y el mundo del actor. Son dos mundos que parecen antagónicos. Muchas veces los actores o los artistas, cuando nos preguntan ¿qué trabajo no resistiríamos?, casi lo primero que decimos es el de estar todo el día encerrado en una oficina. Y quizás un oficinista o un bancario nos dicen que ellos no entienden nuestros horarios. Son dos universos contrapuestos que chocan en esta obra. Chocan desde un lugar absurdo, no ilógico, sino absurdo, en una trama llamativamente hiperrealista”.

-¿A qué se refieren conque la trama es hiperrealista?

Diego Peretti: -En la trama no hay cosas mágicas. No me gusta decir la palabra porque parece que me estoy aprovechando, pero hay tanta simulación de simulación de simulación, no desde la simulación altanera de Los simuladores que nunca perdían, sino la de una simulación de vida de gente normal que tiene que actuar para resolver un conflicto dentro de una oficina. Todo eso provoca una cuestión de metaactuación que a mí me resulta muy lindo para trabajar el personaje, que es el de un actor contratado por el dueño de esta empresa para hacerse pasar por alguien que no es.

-¿Hasta qué punto llega la complicidad entre el actor contratado y quien lo contrata?

Federico D`Elía: -La única complicidad que existe entre los dos es que el dueño lo contrata a él y nada más. O sea, nadie más sabe que él es un actor. Y el jefe le da una suerte de libreto, lo que puede… Le da ciertas indicaciones, cosas que él tiene que cumplir porque lo que tiene que hacer es muy sencillo. Bah, de inicio parecería ser muy sencillo, pero se va a ir complicando con diferentes cosas que pasan en la trama. La complicidad es entre ellos dos, pero hasta un punto, donde todo ese trato se empieza a irse de la manos. Nota aquí.



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