lunes, mayo 19, 2025

Bar La Armonia

 Cafetines de Buenos Aires: una esquina histórica de Constitución donde predomina una extraña tonalidad de verde

El bar La Armonía abrió en 1910 y se nutrió de clientes que trabajaban por la zona. Hoy, los que se sientan a tomar un café, provienen de diversos lugares y suelen estar de paso.

A lo largo de varios relatos, he tenido la oportunidad de describir algunos vecindarios o territorios de cercanía de cada cafetín porteño. En oportunidades, sus ubicaciones coincidieron con cruces de calles que hacen de vértice a cuatro barrios diferentes. Por ejemplo, el Gran Café Gardel de Independencia y Entre Ríos, cuyas cuatro esquinas pertenecen a Montserrat, Constitución, San Cristóbal y Balvanera.

Buenos Aires está atravesada por extensas avenidas que funcionan como fronteras y, con solo cruzar la calle, se salta de un barrio a otro. El caso de Entre Ríos, y su continuación Callao, tiene una justificación histórica. A principios del siglo XIX su trazado sirvió de límite urbano oeste de la aldea que era Buenos Aires.

Fue Bernardino Rivadavia, en 1821, siendo ministro del Gobernador Martín Rodríguez, quien le otorgó la categoría de avenida de circunvalación llevándola a 30 varas de ancho contra las habituales 11 de las demás calles. A partir de entonces, este antecedente lejano de la avenida General Paz, indefectiblemente, aunque hubiera una historia en común a cada lado de la traza, dio origen a barrios con sus propios días de fundación, nombres e instituciones.

En la actualidad, la avenida Entre Ríos reafirma ese patrón. Distorsiona una armoniosa melodía ejecutada durante más de 200 años. Lo explico.

El bar La Armonía está ubicado en la esquina de la avenida Entre Ríos y 15 de noviembre de 1889. Abrió en 1910. Son más de 100 años. Este hecho ya expresa un mérito por sí mismo. ¿Cuál es la composición que, en esta ocasión, vino a interrumpir Entre Ríos? Veamos.

En los terrenos del Parque Vuelta de Obligado –también popularizado como Garay– y el que ocupa el Hospital Garrahan se había establecido, en el siglo XVIII, la Orden de los betlemitas. Hacia 1817 se afirma que el lugar fue arrendado por el naturalista y botánico francés Aimé Bonpland quien, junto al prusiano Alexander Von Humboldt, se instaló para estudiar especies botánicas locales. La zona era pródiga en pantanos, pastizales, plumerillos, ombúes y sauces.

Bajo uno de esos árboles se detuvo Juan Manuel de Rosas, de regreso de su derrota en Caseros, para escribir la carta de renuncia al cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires. Décadas más tarde, el 23 de agosto de 1885, el presidente Julio Argentino Roca inauguró en el lugar el Arsenal Principal de Guerra Esteban de Luca. Ocupaba el predio entre las calles Rincón, Brasil, Garay y Combate de los Pozos. Nota aquí.







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