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𝐍𝐨𝐞𝐥 𝐒𝐨𝐭𝐨 . 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨, 𝐠𝐮𝐢𝐭𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐲 𝐑𝐢𝐧𝐜ó𝐧
El pasado viernes, en el 𝑹𝒊𝒏𝒄ó𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒓𝒕𝒆 𝑵𝒖𝒆𝒗𝒐 de Madrid compartimos un santuario de recuerdos y emociones al acoger un sentido homenaje a Noel Soto, el músico melillense que nos dejó el 30 de enero de 2025. En este entrañable local, que desde 1978 ha sido refugio de artistas y bohemios, amigos y compañeros de escenario se reunieron para celebrar la vida y obra de un artista tan singular como incomprendido por la industria. Luis Farnox, maestro de ceremonias de voluntarioso estilo anárquico , condujo la velada con cariño y camaradería, ayudado por la siempre omnipresente Sara, fue improvisando maniobras imposibles sobre el angosto escenario del Rincón, donde moverse entre cables, guitarras y emociones fue toda una hazaña. Entre canciones, música, aplausos y abrazos, sus compañeros recordaron las noches sin fin, los versos susurrados al oído de las musas y los brindis de madrugada que forjaron amistades eternas. Desfilaron por el pequeño escenario del Rincón nombres de distintas generaciones , algunos que, como Noel, han dejado su huella en la historia de la música de nuestro país : José María Guzmán, Juan Robles, Jack Jamison, Joaquín Lera, Javier Polo, Pablo Martín, Juankar López, Luis Farnox, Marigel, Fernando de Diego, Las Dos en Punto y Rafael Alba, Luis Felipe Barrio, Matías Ávalos, Adolfo El Ibero, Nacho López, Marcos del Valle, José María Alzaga, Kike Ruiz, José Luis Santiago y David Jiménez. Entre ellos, se coló también el humor, de la mano de José Luis, del dúo humorístico Ceda el Vaso, que arrancó carcajadas y recordó que la risa también es parte del legado de quienes saben vivir intensamente.
CarteTambién, desde Barcelona, Ángel Petisme envió unas palabras : un magnífico poema que Luis Farnox se encargó de leer en su nombre. Y como no podía ser de otra manera, al final, entre guitarras al aire y palmas festivas, el homenaje acabó por rumbas con El pollito de California, un guiño alegre y desenfadado a las noches de risas y canciones que tantos compartieron con Noel. Las guitarras resonaban como si él mismo rasgara las cuerdas, sonriendo desde algún rincón de la memoria. En un gesto simbólico, todos se calaron el sombrero de Noel y firmaron una de sus guitarras favoritas, que fue entregada a Begoña, su compañera, junto con unos recuerdos cargados de cariño y nostalgia. En cada mágico rincón del Rincón entre guitarras apoyadas en las paredes y copas que tintineaban al brindar, se respiraba un aire de camaradería que solo se forja en las noches compartidas y las canciones cantadas con el corazón. Los abrazos eran apretados, las risas francas y las miradas cómplices, como si el tiempo no hubiera pasado y las historias vividas en ese mismo escenario se desplegaran de nuevo ante ellos.. Se tejió una vez más esa complicidad que convierte a los músicos en familia, y que, como un buen acorde, resuena mucho después de que la última nota haya sonado. Se evocaron las madrugadas infinitas y se rindió tributo a un hombre que, supo cantar a la vida con voz única y sincera, dejando una huella profunda en quienes tuvieron el privilegio de conocerle.
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