sábado, mayo 09, 2009

Osvaldo Bayer

De gorilas y cabecitas.
En estos días tomé como costumbre, al atardecer, enfilar hacia la Feria del Libro. Al templo, como cuando, en los años treinta, las viejas del barrio, a las seis de la tarde, se encaminaban a la parroquia a escuchar la bendición. Claro, en medio está la palabra racionalismo, por lo menos para los lectores de Descartes. Pero a la Feria del Libro le cabe la palabra templo, no de lo sagrado, sino del saber, o por lo menos de la búsqueda para buscar luz en las tinieblas. Leer nota.

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