Aurora
La conocí un mes de junio. Con voz suave despertaba al mundo de su letargo infinito. Con pasos tranquilos de nube caminaba por el aire, ingrávida, tan llena de mar que sus ojos eran de tierra. Jamás había visto un rostro tan ajeno al dolor… a esa especie de tormenta de fuego que nunca pensamos que llegue a salpicarnos. Nos hicimos amigos. Una vez, conversando me habló de él. Llevaban juntos desde enero y sus palabras hacían realidad esa frase de Borges que decía: “uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única”. Sin duda alguna debía serlo por lo bien que la trataba… era detallista, amable… todo lo que una mujer espera de un hombre y dicen, es tan difícil de encontrar. Nota aquí.
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