miércoles, julio 28, 2021

Rodolfo Serrano

 Atardecer

En un pueblo olvidado, ya muy lejos de todo,
escribo, me acomodo a este tiempo tan lento.
Pocas veces deseo lo que está prohibido
y duermo como un niño, con la ventana abierta.
He perdido las prisas, ¿sabe usted?, y no tengo
muchas preocupaciones, salvo las naturales
de ir al baño a mi hora o que el vino que bebo
no esté, en la taberna, demasiado caliente.
Y, muy de tarde en tarde, me llegan las noticias
de premios, vanidades, camarillas. Soporto
con humor y paciencia las pugnas literarias.
(Confieso que aún no pude librarme de la envidia).
Por más que yo lo quiera, no salgo en ningún sitio,
ni en Babelias ni en nada. Me consuelo pensando
que soy autor maldito para exquisitas almas.
Vamos, lo que se llama un escritor de culto.
Así que, satisfecho por tan justas excusas,
miro la luna alta, o veo como un tonto
estos atardeceres que convierten en polvo
el mejor de mis versos.
(Y que, además, son gratis y vienen cada día,
como un dulce regalo de los dioses antiguos).
La foto es de Raul Cancio.



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