EMPEÑADOS
Nos hemos empeñado
en hacernos los fuertes,
en que la lluvia no es triste,
en que no nos duelen
las cicatrices,
en dibujar sonrisas permanentes
incluso cuando luchamos
por mantener los ojos
a flote de lágrimas.
Nos hemos empeñado
en cerrar la puerta
cuando asoma un sol
que nos invita a bañarnos la piel
y morirnos de ganas
dentro de nuestro supuesto
perímetro de seguridad.
Y nos devora el ansia
por hacer verdad nuestras alas
y pisotearnos el miedo,
por abrir los brazos
y, a pecho descubierto,
permitir que nos roce
un aliento nuevo el corazón.
Acabar seguros, y vacíos,
o dejarnos, libres,
cruzando los dedos
para que esta vez
no duela tanto.
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