sábado, diciembre 02, 2023

Café Los Andes

 Otro notable que se va: a punto de cumplir 100 años, cierra Café Los Andes en Palermo

Templo del dominó, el billar y el pool de los que ya casi no quedan. Con cada vez menos clientes y horario limitado, uno de los bares más antiguos del barrio baja la persiana antes del siglo.

Primero se fueron sus mesas de pool y billar. De a poco, también, su clientela. A fin de mes parte su único mozo y, con él, este bar notable que fue testigo de todos los cambios que vivió Palermo. Café Los Andes fue fundado hace 99 años en Scalabrini Ortiz 1316, casi Cabrera, donde antes había funcionado un tablado por el que pasaron payadores famosos. El local que alquilan está en venta.

Alberto Costoya (65) dice que va a extrañar a sus clientes, pero que está muy cansado tras 40 años de trabajo como encargado y cocinero. Entró en el 83 para reemplazar a su padre, que se había hecho cargo del bar en el 57 junto a otros tres socios. Pero no es por eso que cierra este 1° de diciembre.

“El bar se fue apagando. La pandemia lo afectó mucho, pero yo vengo cansado desde antes. Los cambios en el barrio influyeron y ya es muy difícil. Esto no es Soho: nuestros clientes no gastan $7.000 cada uno. Son gente de trabajo, jubilados”, resume Alberto. 

El único mozo que les quedó, Vitalino Gauto, pasó 38 de sus 65 años trabajando en este bar. Este mes se jubila, momento que esperaban los dueños para encarar el final, que en principio iba a ser en julio, pero se pospuso hasta ahora por una demora en sus trámites. 

Completa el trío el otro socio, José “Pepe” Quintela (79), que nació y creció acá, como prueba su destreza en el billar. A sus 12 años, su padre lo hacía pararse sobre un cajón de botellas para que llegara a taquear.

Para un distraído, Café Los Andes puede pasar desapercibido. Persianas verde oscuro, a veces algo bajas. Salón oscuro, de paredes verde agua y machimbre. Piso desgastado, parte granito reconstituido, parte damero amarillo y negro. Barra mitad ladrillo a la vista mitad fórmica marrón. Aparador con espejos, reloj y banderines de River e Independiente, resolución salomónica para un bar doble comando. Poca gente en las mesas. La vista viaja sin ninguna columna que estorbe hasta llegar al fondo donde, en un rincón, cuatro jubilados juegan al chinchón. Nota aquí.






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