miércoles, diciembre 06, 2023

La Flor de Barracas

 Reabrió un legendario bar de Barracas con casi 120 años de historia y cocina de bodegón

Fundado en 1906, La Flor de Barracas cerró durante la pandemia y volvió con novedades.

Gastronomía porteña a toda hora y espacio para shows y proyección de películas.

La esquina de Suárez y Arcamendia parece una postal del pasado. Allí, se encuentra el histórico bar La Flor de Barracas que con sus casi 120 años de historia le regaló una gran noticia al barrio: su reapertura -con su identidad intacta- tras tres años cerrado.

“No se puede no respetar tanta historia. De ninguna manera podíamos cambiarle el nombre al bar ni cambiar nada de lo que fuera de la esencia del lugar”, dice Hernán Greco, nuevo responsable de continuar con la tradición de este bar notable junto a Agustina Díaz. Conservando ese espíritu, recuperaron cada una de las sillas, las mesas y hasta una vieja pizarra de menú que indica 1906 como año de apertura.

La flor de Barracas es un bar histórico con alma y cocina de bodegón. También, lugar de encuentro de vecinos, sala de ajedrez y otros juegos como dados y naipes, y, como yapa, inaugura Don Narciso Club, un espacio con shows en vivo para disfrutar tomando un vinito con algún entremés.

La historia de la Flor de Barracas

“La Flor… nació en 1906 y hasta la pandemia se mantuvo abierta. Al principio fue un restaurante, después una fonda española atendida por sus dueñas que llegaron a Argentina huyendo de la guerra civil española”, explica Agustina Díaz.

Con los años y bajo otra gestión, el nombre del local cambió. Lo llamaron “La puñalada”. “Eran tiempos en donde las cosas se resolvían de otra manera, circulaban las piñas por acá y así lo nombraron”, comenta Agustina. Luego tuvo sucesivos dueños y recuperó su nombre.

“Cuando llegó la pandemia La Flor cerró sus puertas. Los dueños que tuvieron en la última etapa hicieron un trabajo en conjunto con una escuela y muchas actividades culturales aparte del servicio normal de comidas”, señala Hernán.

Por eso cuando la Flor de Barracas cerró fue una revolución en el barrio. “Todos preguntaban cuándo volverían a abrir”, dice Agustina y agrega que durante un tiempo hubo un intento de sacar adelante al negocio por medio de una cooperativa, pero se terminó disolviendo.

“Y, ahora llegamos nosotros tratándo de resignificar el espacio. De darle valor y restaurar y recuperar todo sin cambiar su esencia”, dice Agustina con entusiasmo en su rostro. Nota aquí.





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