miércoles, mayo 01, 2024

El Club Atlético Fernández Fierro

 El Club Atlético Fernández Fierro celebra veinte años de música y autogestión

Además de la orquesta anfitriona, participarán del encuentro, entre otros, Sofía Viola, Ariel Prat, Ezequiel Jusid (Arbolito), Juan Pablo Fernández, Hernán “Cucuza” Castiello, Natalia Lagos y Juan Pablo Fernández. La del CAFF es, de algún modo, la historia de la cultura under de Buenos Aires.

Este miércoles el Club Atlético Fernández Fierro festeja sus primeros 20 años de existencia en el barrio del Abasto. El CAFF (Sánchez de Bustamante 772) es la manifestación física del espíritu de la orquesta Fernández Fierro, uno de los emblemas de la renovación tanguera de este siglo. Por el Club –o CAFF, a secas- pasó no sólo gran parte de la escena actual del tango sino también importantes artistas de otros géneros vinculados a la canción, tanto de la Argentina como de Uruguay. La celebración de este miércoles comenzará a las 19 y se extenderá hasta pasadas la medianoche con un show de la orquesta anfitriona e intervenciones de una gran cantidad de invitados, que incluyen a Sofía Viola, Ariel Prat, Ezequiel Jusid (de Arbolito), Juan Pablo Fernández, Hernán “Cucuza” Castiello, Natalia Lagos, Juan Pablo Fernández, Dema y muchos más.

El CAFF fue fundado el 1 de mayo de 2004 y al día de hoy sigue siendo manejado por una cooperativa integrada por músicos de la orquesta y el histórico iluminador del espacio, Walter “el Tano” Coccaro (quien además devino en programador del Club), en una organización que da sustento a unas 25 familias. Y fueron los propios músicos –de ayer y de hoy- quienes levantaron el club. “Yo sé qué pared pinté, qué ladrillos puse en ese escalón”, confió alguna vez uno de esos músicos a este cronista. Ese fue siempre el grado de compromiso que los artistas manejaron con el espacio que celebra su aniversario.

Según cuentan desde la propia orquesta, el CAFF nació como una necesidad. Originalmente la orquesta tocaba en la calle –abundan los testimonios de seguidores y habitués del barrio que los veían transportar el piano por las calles adoquinadas de San Telmo- y con frecuencia tenían que pelear con la policía que les prohibía tocar en la vía pública. Eventualmente alquilaron un viejo taller mecánico que acondicionaron y se convirtió en una suerte de templo del tango del siglo XXI y que tiene un espíritu propio que engloba, pero también excede, al de la propia orquesta. Nota aquí.




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