Cafetines de Buenos Aires: La Rambla, epicentro de una de las zonas más distinguidas de la ciudad y refugio de una lectora de fúnebres
En la esquina de Ayacucho y Posadas funciona una confitería por cuyas mesas pasaron decenas de famosos y vecinos distinguidos. Fundado por gallegos, atrae a lugareños y extranjeros por igual.
La palabra “rambla” procede del árabe hispánico rámla que significa: arenal o lecho por donde corren las aguas pluviales. Es lo que ocurría en la famosa calle de Barcelona por la que, durante años, circuló el agua procedente de las lluvias. Aquí le decimos rambla a la avenida que bordea la costa del mar. La marplatense es la más famosa. También la llaman del mismo modo a la costanera de Montevideo. En Buenos Aires, obtusos como somos en darle la espalda al río, La Rambla es un café.
El Bar La Rambla abrió en 1963 en la esquina de Posadas y Ayacucho. Sus fundadores fueron don Manuel Suárez y doña Carmen Castiñeiras. Dos inmigrantes llegados desde La Coruña. Desconozco por qué eligieron ponerle ese nombre a su negocio. Nunca estuve en La Coruña. Es probable que haya sido un homenaje a su pueblo. Por lo pronto, la calle Posadas, que fue creada por ordenanza municipal en el año 1893, vino a cortar en dos los jardines traseros de las residencias que tenían su frente hacia la Avenida Alvear y bajaban sin interrupción hasta el río. Por lo que, de pronto, el nombre La Rambla no resultó inapropiado.
A la calle Posadas, por mucho tiempo, se le dijo la Alvear segunda. Sin el mismo ancho que ofrece la perspectiva urbanística y la majestuosidad de sus paralelas Alvear y Quintana, Posadas mantiene la cercanía y la intimidad de una vecindad. En el último tramo de sus ocho cuadras de largo —el que corresponde a las 200 metros que van desde Callao hasta el Palais de Glace— vivió Eva Duarte. Una placa lo recuerda. Allí, en 1945, fue detenido Juan Domingo Perón para ser enviado a la Isla Martín García. Decisión de la cúpula militar gobernante que derivó en el 17 de Octubre y toda la historia posterior que ya conocemos. Enfrente, en el edificio de Posadas 1540, décadas más tarde, vivieron Carlos Menem y Zulema Yoma. Se sabe que Carlitos Jr. pasó a saludar a su madre para luego juntarse con amigos en La Rambla antes de subirse al helicóptero del vuelo que terminaría en su muerte. También en la esquina de Posadas y Ayacucho, dentro del Hotel Alvear, en las instalaciones de su Teatro Íntimo, funcionó en sus comienzos el primitivo Canal 7.
Fueron muchos los ricos y famosos que pasaron por La Rambla. Dentro de los más distinguidos se destaca el matrimonio de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Al listado se suman Graciela Alfano, Susana Giménez, Jorge Asís, Tato Bores, Alberto Olmedo, Carlos Monzón y, entre las figuras del exterior, Robert Duvall, Luis Miguel y Anya Taylor-Joy. Francis Mallmann calificó al sánguche de lomito de La Rambla como “el mejor de Buenos Aires”. Otro visitante ilustre fue el artista Federico Manuel Peralta Ramos. Su amigo, Pedro Roth, me contó una gran anécdota de ambos. Resulta que Federico invitaba todo el tiempo a tomar café “del Alvear”. Tanto insistió que Pedro aceptó el convite, pero la cita fue en una de las mesas de La Rambla. Federico se hacía cruzar por mozos amigos del Hotel los scons y masitas secas que quedaban sin comer en los platos de los huéspedes alojados. Nota aquí.
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