“Soy inseguro, pero arriesgo porque necesito sentirme vivo”
El cantaor catalán publica hoy el disco 'Sonetos y poemas para la libertad'
En la muñeca de su mano derecha, Miguel Poveda tiene dos alas tatuadas. “Representan la libertad”, asegura con media sonrisa. Tal vez, ese dibujo en su piel sea el símbolo más idóneo para ilustrar al cantaor de Barcelona, donde nació en 1973. Porque el mismo chiquillo que arrasó hace más de 20 años en el Festival Internacional del Cante de las Minas, haciendo que la historia del flamenco diese un nuevo vuelco con su canto versátil y pasional, vuela más alto y libre que nunca. “Sin ataduras”, apunta convencido en una sala del hotel Me de Madrid, donde atiende a la prensa vestido con zapatillas, vaqueros y camiseta de camuflaje. Nota aquí.
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