Lágrima de bandoneón
Su obra revolucionó y enriqueció el tango, y ejerció una fuerte influencia en las nuevas generaciones.
“Todo le costó mucho a Piazzolla; hasta morir”, escribió Natalio Gorín en Astor Piazzolla - A manera de memorias. Y no mentía ni un poco, en su manera de sintetizar los 23 meses previos a la medianoche del 4 de julio de 1992, cuando finalmente murió, a los 71 años, en su Buenos Aires querida. Casi siempre querida.
Atrás quedaban, definitivamente, su nacimiento en Mar del Plata, su infancia en Nueva York, su rol de canillita en El día que me quieras y sus dos años en la orquesta de Carlos Gardel. También sus estudios con Alberto Ginastera, con quien estudió armonía, contrapunto, fuga y composición, y con Nadia Boulanger, quien según cuenta la historia oficial, le recomendó no abandonar jamás el tango. “Esta es su música”, se dice que le dijo. Y allí fue él, a hacer ‘su música’. Nota aquí.
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