DESANDAR el camino.
Cortar el sibilino hilo que guía nuestros pasos.
Encontrar la salida a cada laberinto,
a cada encrucijada.
Domar al minotauro que rige nuestro sino.
ni a los dioses que nos salven del miedo.
Ser, descarnadamente, humano.
Criatura imperfecta que sobrevive a su guerra.
Batalla cruel con la duda.
Mitología diaria
de unos ojos pequeños,
que habitan, inocentes,
la inmensidad cegadora
de un olimpo inhumano.
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