jueves, agosto 01, 2024

Luis García Montero

 El misterio de la lectura

Hay muchos lectores en los cuadros de Goya. Muchos aristócratas, políticos, sacerdotes, escritores, mendigos, demonios y animales aparecen acompañados con libros y documentos cerca de sus ojos. Amor con amor se paga, libro con libro. A estudiar esta constancia libresca le ha dedicado un libro el profesor Luis Martín-Estudillo con el título Goya o el misterio de la lectura (Cátedra, 2024). 

El protagonismo de la letra impresa fue notable en los debates de la sociedad que aspiró a consolidar la razón ilustrada y también en los años de lucha entre el liberalismo y el absolutismo. No faltaron alabanzas de la lectura. El estudio y las meditaciones resultaban imprescindibles para generar una conciencia crítica frente a las tradiciones supersticiosas y serviles. Pero tampoco faltaron ilustrados que se preocupasen por la abundancia de periódicos, manifiestos, libros y libelos dedicados a extender mentiras, desprestigiar los progresos y defender las ideologías más reaccionarias. La agilidad de la imprenta se convirtió en un arma de doble filo.

La mejor manera de entorpecer el paso de la escritura medieval a la libertad ilustrada fue envenenarlo todo. El melancólico y meditativo Jovellanos tiene un significado al apoyar su codo en una mesa con libros y su imaginación en una esperanza de progreso. El monstruo de Contra el bien general, con manos como garras y orejas como alas de vampiro, nos llena de inquietud mientras levanta la uña del índice izquierdo y desata en un inmenso volumen la prosa corrosiva de su mundo. El pasado es inseparable del presente. Al fijarme en las observaciones de Goya y en los minuciosos análisis de Martín-Estudillo no he podido evitar enredarme en las preocupaciones que hoy desatan las redes sociales y en lo fácil que resulta imaginarse a los monstruos, las brujas, los burros, las ratas, los murciélagos o al Gran Cabrón con un móvil en la mano. Nota aquí.



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