Anochecer
Una cálida brisa recorre la terraza.
Estas ultimas horas de la tarde… Resuenan
las campanas que llaman
Una pálida luna, como un pozo de niebla,
se descuelga, lejana,
en un cielo sin nubes.
Ya los últimos pájaros
en la parra. En la calle
las farolas se encienden, amarillas, y giran
las polillas en torno en mil vuelos suicidas.
Contemplo, muy lejanos, los pueblos.
Son sus luces
rescoldo de nostalgias que me abrazan en esta
dulce, suave, tristeza de los días perdidos.
Ven noche, lenta, amable,
acógeme en tu seno y bésame en silencio,
mientras el mundo muere en la sombra que borra
las encinas y el monte,
las calles y las gentes
y la palabra vida que se escurre en mis dedos.
(Escucho ahora su nombre que a penas si recuerdo.
Duerme, noche, conmigo).
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