La guitarra de Picasso
no me hace caso.
La saco de paseo
y no me sigue el paso.
Intento afinarla
La miro y se ríe.
La toco y se mofa.
Esta guitarrita está un poquito loca.
Le falta una coda, un silencio, un tornillo.
Un acorde, una escala, un bemol, un puntillo.
Un Do Re Mi Fa Sol que la saque brillo.
La guitarra de Picasso
llegó con retraso.
Pero me divierte.
Me lleva al parnaso,
donde la música, la poesía y este humilde payaso,
somos aves de paso,
intentando acariciar al mundo,
desde el alba hasta el ocaso.
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