lunes, octubre 13, 2025

María Guivernau

 ENLOQUECER

No me volví loca
de repente.
Sostenía el peso del silencio
como cien hojas candentes
atravesándome el pecho.
Rotos los labios,
mordida la lengua
entre los dientes.
La ventana anunciando
el día,
la noche,
la lluvia,
el viento.
No.
No me volví loca
de repente.
La mecha de la vela
siempre encendida,
abierto el refugio,
luz y lumbre sin agonía.
Cordura hecha jirones
para vestir la locura
y seguir danzando el cuerpo
en la espiral maldita.




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