Elegía
múltiples horas, cansancio, mil palabras,
amigos en la barra que no han vuelto,
cien promesas de amor y cien mentiras.
Alguna pesadilla, la esperanza
de encontrarte de nuevo con su sombra,
el pálido refugio de tus noches.
El espejo de los que beben solos.
Este bar, mira bien, es tu universo,
el desolado mundo de otros días,
paraíso fugaz, isla corsaria
y puerto generoso en la tormenta.
En esta misma barra el camarero
escuchó, silencioso, confidencias
de borracho o amante despechado.
Y te sirvió la espuela del olvido.
Aquí hablaste del tiempo y de política,
-y siempre magistral, tenlo por cierto-,
viste caer la lluvia, aquí gozaste
tristezas de las tardes del invierno.
Este bar fue camino y fue destino.
Más de un verso escribiste en estas mesas.
La esperabas aquí y aquí abrazaste
la nostalgia de las noches sin ella.
Este bar que ahora miras sin creértelo,
que dio su corazón a oscuras calles,
está cerrado desde hace varios años.
Los mismos que has tardado en olvidarla.
(Media vida dejaste en sus paredes.
Y, a cambio, te has ganado media muerte).
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