viernes, noviembre 21, 2025

Acueducto de Segovia

 La cantera de donde salió la piedra del acueducto de Segovia: “Tenían una producción casi industrial”

Un equipo de arqueólogos trabaja sobre un yacimiento de granito a 12 kilómetros de la ciudad para aclarar los métodos romanos.

La huella romana se aprecia entre caminos salpicados de abundantes excrementos de vaca, solo hay que fijarse bien. Las moles de granito descansan eternamente, a expensas de la erosión natural, tras siglos usadas para cometidos de tanto relumbrón como conformar con sillares el acueducto romano de Segovia. Los asentamientos imperiales en la zona recurrieron a las piedras de este yacimiento de granito, llamado la cantera de El Berrocal, un entorno de unas 250 hectáreas en las proximidades de Ortigosa del Monte, a 12 kilómetros la emblemática construcción segoviana, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985.

Si el acueducto sigue en pie hoy en día (se levantó entre el siglo I y II y fue utilizado para abastecer a la ciudad hasta los años setenta del siglo pasado) se debe en buena parte al robusto material de El Berrocal. Aún se perciben macizos rocosos con señales de las cuñas metálicas empleadas para romperlos, trabajar el bloque elegido y trasladarlo en carromatos hacia las obras. Los expertos en el yacimiento ha comprobado que se corresponde con el granito del acueducto y buscan conocer la secuencia histórica y más monumentos apoyados en esta piedra.

La catedral de Segovia se vislumbra en lontananza desde la campiña donde durante años los romanos obtuvieron el recurso clave para el acueducto. Un equipo de arqueólogos busca hoy sus huellas en el yacimiento. La observación minuciosa de los bloques revela diversidad de tonalidades sobre el gris granito, siendo perceptible que hay macizos intactos desde hace millones de años y otros que se serraron tiempo atrás. Los líquenes también facilitan las pesquisas arqueológicas, así como hendiduras del tamaño de un dedo, señal de que los punzones metálicos de los excavadores se clavaron sobre ellas para, golpeándolas con mazos, romperlos y trasladar los trozos obtenidos a los carros tirados por bueyes rumbo a Segovia. “Dentro del frente de cantera hemos encontrado espacios para yunques, zonas quemadas por las fraguas, restos de esquirlas de metal, varias estructuras para proteger a los animales o zonas de acopio y talleres”, explica la arqueóloga Clara Martín. Nota aquí.





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