Cuatro cosas
No espero casi nada de esta vida.
Algún atardecer de grana y oro,
un día sin dolores y sin miedos,
tal vez, algún mensaje del pasado,
o versos de Karmelo como éstos:
[La soledad es eso,
ahora lo sé:
lo que hay
antes y después de tu nombre]
Espero poco y poco necesito:
un café a media tarde con galletas,
mirar los gorriones y los gatos,
descubrir viejos libros, releerlos,
escribir un poema y, casi siempre,
dejarlo, ¿para qué? (No escribo nada
que merezca la pena, hace ya tiempo).
Esta rutina larga de las cosas,
este apurar la tarde y acostarse
sabiendo que la vida es, al fin, nada.
Esperar, yo que sé, lo inesperado:
el suspiro vencido de los días,
algún extraño abrazo en el recuerdo,
una sonrisa ajena que me salve.
Un vasito de vino con tu nombre.
Y, luego, descansar. Y que la noche
me traiga la belleza del olvido.
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