jueves, enero 02, 2025

Natalia Lafourcade

 El canto de amor y vida de Natalia Lafourcade en el Carnegie Hall

La cantante mexicana, la latina con más premios Grammy, brilla en la célebre sala de conciertos de Nueva York en un recital para alimentar las ganas de vivir.

¡Ay, ayayay! Resonó un grito en el entarimado del Carnegie Hall. No era un grito de lamento. Mucho menos de dolor. Era una invitación a vivir, a amar, a bailar. Era la visa que la mexicana Natalia Lafourcade entregaba a un auditorio copado como pasaje para traspasar la frontera de la felicidad en momentos de guerra, de muros que separan, de amenazas ultras, de odio que divide. “¡Qué bonita es la vida!”, gritó la de Veracruz y el grito no era de lamento, sino de amor.

Lafourcade, la artista latina con más premios Grammy de la historia, cerró un año espectacular con un concierto en esa mítica sala de Nueva York, lugar casi sagrado donde todos los artistas quieren triunfar. El concierto lo convirtió, además, en un álbum que reúne en vivo esa noche memorable en su carrera: Natalia Lafourcade Live at Carnegie Hall, que ha salido al público en plataformas como Spotify en este diciembre, que se abre a la incertidumbre. El disco ha sido producido por el argentino Cheche Alara, con quien la cantante ya había trabajado en Musas, su homenaje a la música tradicional latinoamericana y ganador del Grammy Latino en 2017 al Mejor Álbum Folclórico. La veracruzana sigue firme la senda que ha trazado desde entonces, en un viaje íntimo de rescate de las tradiciones musicales de un continente que supura música, de México a Cuba, pasando por Venezuela y hasta Uruguay.

El mensaje de la noche en el Carnegie Hall era claro: para qué sufrir, si no hace falta. El son hermoso de un piano abrió un concierto de casi dos horas, en el que Lafourcade cantó desde el alma viejas canciones con nuevos arreglos y nuevas obras para un público entregado. Al piano le siguió De todas las flores, la canción que da nombre al álbum lanzado en 2022 con tonadas originales y un cóctel que reúne los ritmos tersos del folk y el jazz, la calidez seductora del bolero y la cumbia y el erotismo desenfrenado de la samba y la bossa nova. Si los dolores del corazón son parte de la vida, ¿por qué tomárselos con amargura? De todas las lunas que miramos / solo quedan algunas memorias / cuando nos reímos / cuando nos tuvimos / en las calles de Madrid, borrachos fuimos sin un rumbo fijo. Cantaba Lafourcade a los recuerdos de amor con el alma agradecida por lo vivido. Sentimiento profundo, como solo los mexicanos saben expresarlo. ¡Ay, ayayay!

No todo en la vida es llorar por amores pasados. Y menos por relaciones tóxicas, por amores que te consumen, como aquel novio que una vez le dijo que nunca grabaría un disco sola. De la nostalgia por lo perdido y los quebrantos, la mexicana pasó a la reivindicación de la soledad, de la necesidad de curarse, de hacerse a un lado, de sanar. Lafourcade tenía una cita que atender consigo misma y la compartió sonriente con su público. Una cita para encontrar su lugar correcto, un espacio que le permitiera apreciar las pequeñas grandes cosas, como los atardeceres, ese resplandor de colores que pinta el cielo de Veracruz. Perdona si lloré, lloré y lloré mientras bailaba / tenía dolores viejos que atender de aquel pasado / entonces regresé a ese silencio necesario / para escuchar al corazón hablar de la verdad. Vamos, darse un respiro, porque a veces el amor también puede empachar. Nota aquí.



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