DOS MIL VEINTICINCO
(El regreso de Nostradamus)
Se ciernen sobre el tablero
avanzan los cuatro jinetes
por las estepas de siempre
polvo y sangre y esqueletos
por los sembrados de extienden
el sendero de peregrinos
es un lodazal de Fuego
más cañones que mantequilla
más estallidos que lentejas
el dios de los vencedores
pretende derruir el Olimpo
y la destrucción de la rosa
es la consigna de Oriente
en los jardines de antaño
arrasará pueblos y ríos
por una corona de hierro
vienen tiempos impíos
las playas en silencio
.el mar quieto parado
el horizonte campo de minas
las fábricas vertederos
ni velas ni argumentos
una tramoya cruel
pintará decorados quemados
hospitales y escuelas
de pétalos vestidos de blanco
mortajas las esperanzas
sangre cuajada en silencio
han prohibido el llanto
a las madres de todos los cuentos
la guerra galopa furiosa
Atila de nuevo avanza
mientras el ángel de Herodes
puerta por puerta señala
inocente tras inocente
no quedará una piedra
montada allá en la Franja
esmeraldas de plastilina
el Mediterráneo fracasa
un emperador mató a Platón
otro a Aristóteles puso en la jaula
Shakespeare se refugió
en su amada Dinamarca
aquel loco que cruzaba gigantes
molinos de arcilla y paja
ha pedido asilo político
a los apaches y comanches
en el pais de las suecas
prohibieron los condones
y cerraron las discotecas
de los jardines de Babilonia
restan flores heridas o muertas
este año se llevarán misiles
en la solapa de los barrios
residencia de vivos cadáveres
y en los campos amarillos
llevarán luto los cipayos
el imperio del acero
construirá castillos de naipes
millones de flores truncadas
el pequeño dictador
de nuevo preguntará
¿Arde Occidente?
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