lunes, febrero 10, 2025

Luis García Burgos

 Tres décadas transformando el agua en whisky

Luis García Burgos, director de la destilería Dyc desde 1992, se jubila. Casi la mitad de la historia de la primera marca española le contempla.

En los años sesenta, el whisky era una bebida desconocida en España, más allá del que se veía consumir a sheriffs y vaqueros en algunos wésterns made in Hollywood. Tan ignoto era que el término no figuró en el Diccionario de la RAE de forma oficial hasta 1984, cuando aparecieron tanto la españolizada güisqui como el anglicismo whisky.

Sin embargo, en 1958 Nicomedes García, un reputado empresario con experiencia en el mundo de los destilados —casi 40 años antes había patentado el archiconocido anís La Castellana—, había fundado en una hondonada de Palazuelos de Eresma (un pueblo a unos cinco kilómetros de Segovia) la primera marca de whisky español: Dyc. Levantó la destilería con una inversión inicial de 55 millones de pesetas (unos 330.000 euros) en el terreno cedido por el marqués del Arco, que aportó un palacete del siglo XV que sirve de entrada a la fábrica, el Molino del Arco. Apenas tres años después de la muerte del fundador, el 6 de enero de 1992, Luis García Burgos (Segovia, 69 años) recibió como regalo de Reyes el cargo de director de la destilería. Después de más de tres décadas al mando de la fábrica y un empecinado empeño por poner en valor el whisky español, el pasado 31 de enero se jubiló tras ser actor principal de casi la mitad de la historia de la marca.

García camina cerca de la orilla del río Eresma, que baja con tanta fuerza que dificulta la comunicación a más de un metro de distancia. Es consciente de la importancia del agua en la elaboración de su whisky: “Necesitamos el agua como el comer. Sin el río no podríamos estar funcionando”, explica.

Ahora es fácil montar una destilería en cualquier lugar, afirma García, porque hay plantas de tratamiento de aguas en todas partes. Pero hace décadas no era así, y se necesitaba una fuente abundante de agua de la mayor pureza posible, ya que, cuanto más mineralizada, más matices indeseados aporta al whisky. El Eresma fue la suya. Con una producción de unos 20.000 litros de alcohol puro al día (una parte del whisky lo venden envejecido a granel a marcas japonesas del grupo), y teniendo en cuenta que la mayor parte del agua se utiliza como refrigerante, mira con admiración la cascada que hay a apenas 300 metros andando desde la puerta de la fábrica, y señala un canal por el que el agua accede directamente a la destilería. “Como dependemos del río, tenemos la responsabilidad de cuidar su cauce y sus vegas. Llevamos casi 10 años ayudando a reforestar las zonas aledañas al río de la mano del Ayuntamiento de Segovia, y ya hemos plantado más de 2.500 árboles”. Nota aquí.







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