martes, junio 24, 2025

Carlos Gardel

 Noventa años de la muerte de Carlos Gardel, la tragedia que selló el amor de Colombia por el tango

El legendario cantante argentino falleció en un accidente aéreo en Medellín, pero pasó sus últimos días en Bogotá, donde llenó teatros y protagonizó varias anécdotas.

El 23 de junio de 1935, la noche anterior a su muerte, Carlos Gardel cantó frente a un público por última vez. Fue en Bogotá. En medio del cansancio por una gira extenuante y del malestar que le causaba tener que volver a viajar en avión, el cantante argentino hizo un programa especial en la emisora La Voz de La Víctor, cuyos estudios quedaban en la plaza de Bolívar, el corazón de la capital colombiana. La transmisión había sido anunciada los días anteriores en los diarios nacionales, de modo que “miles de personas llenaron la plaza para escucharlo por los altoparlantes que retransmitían desde la radio”, se lee en Gardel, la biografía escrita por Felipe Pigna.

Luego de seis canciones, el artista envió un mensaje de despedida a los bogotanos: “Gracias, amigos, muchas gracias por tanta amabilidad. Yo voy a ver a mi viejita pronto [su plan era viajar a Francia a fin de año, para visitar a su madre], y no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone”. Al salir del estudio, era tal el tumulto que perdió un zapato. Poco después, en una despedida íntima en un restaurante francés de la calle 18, habría de cantar, desde una ciudad montañosa y lejana, Mi Buenos Aires querido, su último tango.

A Gardel no le gustaban los aviones. En la época, la aviación comercial era aún incipiente y los accidentes eran más frecuentes. Según relató el músico José María Indio Aguilar, uno de los pocos sobrevivientes, antes de subir al Ford trimotor F-31 de la empresa SACO, Gardel le expresó su presentimiento de que algo grave iba a pasar. El cantante había preguntado si podían transportarse de otra manera; prefería el “barquito y trencito”, en los que había recorrido medio mundo. Le contestaron que atravesar Colombia, un país de selvas y cordilleras, era más complejo. Accedió, entonces, a viajar a Cali en avión. Solo tenían que hacer una parada técnica en Medellín —donde se había presentado semanas antes—, para reabastecerse de combustible. Allí cambiarían de piloto. Sería el mismo dueño de la compañía y el pionero de la aviación en Colombia, Ernesto Samper Mendoza, quien los llevaría hasta la capital del Valle del Cauca, en un trayecto altamente publicitado.

En el aeropuerto de Techo, en Bogotá, fue despedido por cientos de personas, que agitaban sombreros y pañuelos blancos mientras el avión despegaba. El adiós, que se convirtió en el último registro gráfico de Gardel, fue capturado por las cámaras de los hermanos Acevedo. En el aeropuerto Olaya Herrera lo esperaban cientos de fanáticos. A través de la radio y la prensa, el público se enteraba del itinerario de su ídolo y acudía a recibirlo. Durante su gira en Colombia, dondequiera que fuera Gardel, lo aguardaban multitudes. Para poder irse de la capital, tuvo que salir por la puerta trasera del Hotel Granada, donde se hospedaba, el más prestigioso de la ciudad, un edificio de estilo francés que quedó destruido tras el Bogotazo. Bien fuera su voz, su porte o su aire de galán, Gardel irradiaba una fuerza magnética. Nota aquí.




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