domingo, noviembre 30, 2025

Rafa Mora

 APRENDÍ a coquetear tímidamente con la vida.

A respetar los años y las canas.
Aprendí a soñar con cadenas morales.
A desenmascarar el amor a base de ensayos.
Aprendí a sentir la piel con prorrogada inocencia.
A ascender sin globo.
A descender con vértigo.
Aprendí a deshacer la lluvia con la tormenta ya encima.
A enterrar emociones como hace el plomo con el uranio.
Aprendí a desenfocar la muerte.
A desenredar la luz.
A tirar de la manta en cuestiones de fe.
Aprendí, tarde,
a desaprender pronto.
Y aquí sigo.
Al pie de mí.
Con la ilusión indemne,
pero con demasiada metralla incrustada.



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