viernes, agosto 31, 2012

Iñigo Coppel

Cuentacantautor Caleidoscópico
Cuando yo era pequeño, allá en las aburridas tardes sureñas y provincianas, una de mis aficiones más sedentarias era tumbarme en el suelo, o en la cama, y pasarme largos ratos contemplando la diversidad de imágenes que se podían formar en un caleidoscopio que me había regalado mi padre... Dentro de aquel tubo de cartón, se encerraban mundos maravillosos que cambiaban y se transformaban de formas, de colores y de posibilidades de imaginación, con un simple moviendo de la mano... Recuerdo que un día, intrigado por el funcionamiento de aquel tubo misterioso decidí cargármelo para ver lo que tenía dentro y os aseguro que me llevé una gran decepción al comprobar que solamente contenía unos cuantos cristalitos de colores. Crónica aquí.

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