El paisaje bucólico que inspiró a Raúl Soldi
En el centro de Glew, la parroquia Santa Ana y una sala de arte son las escalas de un circuito que recorre la obra del artista.
La paleta de colores de Raúl Soldi se nutrió de las tonalidades intensas de Glew cuando asomaba la década del 50. El artista ponía pie por primera vez en rincón todavía desolado del Gran Buenos Aires y dejaba que su vista se regodeara con la proliferación de verdes, amarillos, azules, rojos y ocres que le dispensaban el módico conjunto urbano plantado en el inabarcable paisaje natural, el cielo amplio y los mágicos momentos en que el día despuntaba y se apagaba según los dictados del sol.
Glew y sus personajes cotidianos –gente humilde y de hábitos sencillos- resultaron una poderosa fuente de inspiración para el artista, que encontró el mejor escenario posible para expresar la admiración que sentía por su nuevo pago chico: las paredes blancas, despojadas de imágenes, de la parroquia Santa Ana, una pieza neoclásica con ladrillo a la vista, construida en 1905, el mismo año del nacimiento de Soldi. Nota aquí.
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